jueves, 17 de diciembre de 2009
martes, 17 de noviembre de 2009
ELOGIOS -V-
y todo lo que se extiende entre las blandas soledades
de la mañana.
El puente lavado, antes del amanecer, por un agua en
sueños semejante a la mezcla del alba, forma una hermosa
relación con el cielo. Y la infancia adorable del día, por el
eemparrado de las tiendas rodadas, desciende hasta mi
canción.
Infancia, mi amor, ¿no era más que eso?
Infancia, mi amor... el doble anillo del ojo y la
felicidad de amar...
Hace un tiempo tan sereno y tan tibio,
un tiempo tan continuo
que parece extraño estar allí, con las manos atadas a la
facilidad del día...
In fancia, mi amor, no hay más que ceder... Pero,
¿lo he dicho ya?, no quiero remover más
esas sábanas, allí, en lo incurable, entre las verdes
soledades de la mañana... Pero, ¿lo he dicho ya?, sólo hay
que servir
como de vieja cuerda... Y este corazón, este corazón,
¡allí!, arrastrándose sobre los puentes más humildes y más
salvajes y más, que un viejo estropajo,
extenuado...
SAINT-JOHN PERSE
jueves, 5 de noviembre de 2009
AL HOMBRE de VICENTE ALEIXANDRE
¿Por qué protestas, hijo de la luz,
humano que transitorio en la tierra,
redimes por un instante tu materia sin vida?
¿De dónde vienes, mortal, que del barro has llegado
para un momento brillar y regresar después a tu apagada
patria?
Si un soplo, arcilla finita, erige tu vacilante forma y
calidad de dios tomas en préstamo,
no, no desafíes cara a cara a ese sol poderoso que fulge
y compasivo te presta cabellera de fuego.
Por un soplo celeste redimido un instante,
alzas tu incandescencia temporal a los seres.
Hete aquí luminoso, juvenil, perennal a los aires.
Tu planta pisa el barro de que ya eres distinto.
¡Oh, cuán engañoso, hermoso humano que con testa de oro
el sol piadoso coronado ha tu frente!
¡Cuán soberbia tu masa corporal, diferente sobre la tierra
madre,
que cual perla te brinda!
Mas mira, mira hoy, ahora mismo, el sol declina
tristemente en los montes.
Míralo rematar ya de pálidas luces,
de tristes besos cenizosos de ocaso
tu frente oscura. Mira tu cuerpo extinto cómo acaba en la
noche.
Regresa tú, mortal, humilde, pura arcilla apagada
a tu certera patria que tu pie sometía.
He aquí la inmensa madre que de ti no es distinta.
Y, barro tú en el barro, totalmente perdura.
VICENTE ALEIXANDRE
sábado, 31 de octubre de 2009
lunes, 12 de octubre de 2009
ROMANCE DE LA PENA NEGRA. FEDERICO GARCÍA LORCA leído por MIGUEL OSCAR MENASSA
Romance de la Pena Negra
Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad, ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena negra, brota
en las sierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache, cama y ropa.
¡Ay mis camisas de hilo!
¡Ay mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo
con agua de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.
Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!
Federico García Lorca
lunes, 5 de octubre de 2009
LA SOLEDAD
Vendrá.
Vendrá.
Lo ha escrito.
La semana que viene.
Mientras, blanqueo la casa,
arreglo la cocina,
termino de pintar el techo de la alcoba.
Ahora
tengo una nueva cama,
dos sillas de nogal,
una cómoda, un buen palanganero,
una mesa que no se tambalea…
somos dos solamente… ¿Qué más puedo querer?
Afuera,
en mitad del jardín,
engordan los tomates…
Hay acelgas, lechugas,
rábanos, zanahorias…
Las patatas,
reventando en la tierra,
sólo están esperando su llegada.
Las ramas del durazno se doblan… El ciruelo
no puede aguantar más… Cuando los miro,
parece que me dicen: “No nos toques. Ya viene.”
Tengo un gallo cantor
y hasta siete gallinas ponedoras…
Todo está preparado.
Vendrá. Pienso que el martes…
si no, a lo más tardar,
la mañana del miércoles…
o quizás en la noche… Sí, mejor… ¡En la noche!
Escena II
Vendrá.
Vendrá.
Lo ha escrito.
Ya pasó una semana.
Viene desde muy lejos…
De allá del norte… En tren…
Casi dos mil kilómetros…
Muy lejos… Malos trenes…
Y el calor… Y el polvo
que entra por todas partes…
La casa está ya lista: una paloma blanca
de cal pura… Lucientes,
más brillantes que el oro,
la sartén, el perol, la cacerola… Y luego,
la cama grande, grande… cubierta de una colcha
de colores, con pájaros…
Pero muchos kilómetros sin nadie… Eso me han
dicho…
Y el calor… Y el polvo…
Tendrá sed… Aquí, el agua
no falta casi nunca… Va a gustarle esto mucho…
Poco trabajo para ella… Yo
lo haré todo. Soy fuerte todavía…
¿Ella? Bueno. Veremos.
Es mi mujer… no quiero que se canse.
“Trae aquí esos tomates... Mira, aquéllos de allá,
tan colorados…” Nunca los ha visto.
Dirá que no… “¿Lechugas como éstas,
tan blancas? ¿Y los rábanos? ¡tampoco!
Vamos, mujer… Te esperan las gallinas…
¿Qué más quieres? El postre
ahí lo tienes colgado del ciruelo.
Extiende el delantal y sacude una rama…”
ya es muy tarde. Le tomo la cintura…
Se sonríe… ¡Qué hermosa!
Apagamos la luz…
Así. ¡Cuántos kilómetros!
Hoy es miércoles ya… Vendrá esta noche.
Escena III
¿Vendrá?
Puede que venga.
Lo dice en esta carta que aquí llevo.
Se está yendo el verano… Y llueve. Las patatas…
¡cuántas ya se han podrido!
Los tomates se hincharon de tal modo
que rodaron por tierra, derramándose.
La fruta se acabó. Nunca los pájaros
comieron más duraznos y ciruelas.
Las acelgas… ¡Qué viejas y amarillas
están ya! ¡Qué buen tonto
sería si plantara de nuevo más lechugas!
Las gallinas cloquean por los muertos sembrados.
La lluvia ha enverdecido el banco de la casa.
La cocina está negra de hollín… Miro las sillas…
Una está sin usar… la otra ya tiene
partido un palo… El suelo
cruje sucio de tierra.
En un rincón, la escoba se aburre. Hace ya un mes
que no lavo las sábanas… Tan sólo,
enganchada de un clavo del muro de la alcoba,
sigue la nueva colcha de los pájaros.
Llega el otoño ya.
Mi mujer no ha venido. Yo no la conocía…
No la conocí nunca.
Era joven. Lo sé.
Unos veintidós años…
Aquí tengo su carta…
Yo he cumplido sesenta…
El polvo… El calor… Tal vez tantos kilómetros…
¡Vaya usted a saber!
RAFAEL ALBERTI
martes, 15 de septiembre de 2009
INVITACIÓN A LA NOCHE EN BLANCO
POESÍA Y PSICOANÁLISIS
GRUPO CERO participará en la cuarta edición de La noche en blanco con un maratón de poesía y psicoanálisis.
35 poetas leerán poemas de grandes poetas como Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Federico García Lorca, César Vallejo, Carilda Oliver Labra, Olga Orozco, Luis Aragon, Vicente Aleixandre, entre otros, la jornada estará amenizada con el acompañamiento musical de Indios Grises y Kepa Ríos y con la participación especial de la guitarra de Guido Briscioli.
Habrá poesía, música, cine con cortos de sesiones psicoanalíticas…
Se regalará un libro a todo aquel que lo solicite de alguno de los poetas que participan en el recital.
Desde las 10 de la noche a las 5 de la mañana en la sede de Grupo Cero, calle Duque de Osuna, 4. (Metro Plaza de España)
sábado, 5 de septiembre de 2009
HE NACIDO AGUJEREADO
No es sino un pequeño agujero en mi pecho,
pero sopla en él un viento tremendo.
Pueblecito de Quito, tú no eres para mí.
Yo necesito odio, y envidia; ésta es mi salud.
Es una gran ciudad la que necesito.
Un gran consumo de envidia.
No es sino un pequeño agujero en mi pecho,
pero sopla en él un viento tremendo,
En el agujero hay odio (siempre), espanto también e impotencia.
Hay impotencia y el viento está cargado de ella;
fuerte como los torbellinos,
rompería una aguja de acero,
y no es más que un viento sin embargo, un vacío.
¡Caiga la maldición sobre toda la tierra, sobre toda la civilización,
sobre todos los seres en la superficie de todos los planetas, a causa de este vacío!
Un señor crítico ha dicho que yo no alimentaba odio.
Este vacío, he ahí mi respuesta.
¡Qué mal se está, ay, en mi pellejo!
Siento la necesidad de llorar sobre el pan de lujo de la dominación y del amor,
sobre el pan de gloria que está afuera.
Siento la necesidad de mirar por el cuadro de la ventana,
que está vacío como yo, que no se alimenta de nada,
Dije llorar; no, es un barreno a frío, que barrena,
barrena incansablemente,
como sobre una viga de haya en la que 200 generaciones de gusanos se hubiesen
legado esta herencia; "barrena, barrena..."
Esto ocurre a la izquierda, no digo que sea el corazón,
Digo agujero, y no digo más, es rabia y contra ella no puedo,
Tengo siete u ocho sentidos. Uno de ellos: el sentido de lo que falta.
Lo toco y lo palpo como se palpa una madera,
una madera que sería más bien una gran selva de esas que ya no se ven en Europa
desde hace mucho.
Y esto es mi vida, mi vida en medio del vacío.
Si este vacío desaparece, yo me busco, enloquezco y eso es todavía peor.
Yo me he construido sobre una columna ausente.
¿Qué habría dicho el Cristo si hubiese estado hecho de este modo?
Hay algunas de estas enfermedades que, si se las cura, no le dejan nada al hombre.
Muere pronto, era demasiado tarde.
¿Puede acaso una mujer contentarse solamente con odio?
Si es así, amadme, amadme mucho y no dejéis de decírmelo,
y que alguna de vosotras me escriba.
¿Pero qué significa este ínfimo ser?
Casi no lo había advertido,
Ni dos nalgas ni un gran corazón pueden llenar mi vacío,
Ni ojos llenos de Inglaterra y de ensueños, como suele decirse.
Ni una voz cantante que dijese completivo y calor.
Los estremecimientos encuentran en mí un frío siempre alerta.
Mi vacío es un gran glotón, gran moledor, gran aniquilador.
Mi vacío es algodón y silencio,
Silencio que todo lo detiene.
Un silencio de estrellas,
Y aunque ese agujero es profundo carece totalmente de forma.
Las palabras no lo encuentran,
chapotean a su alrededor,
Siempre he admirado a esos que por creerse revolucionarios se consideraban hermanos.
Hablaban los unos de los otros con emoción; chorreaban como sopa.
Eso no es odio, amigos míos, eso es gelatina.
El odio es siempre duro,
hiere a los demás,
pero también desgarra al hombre en su interior,
continuamente.
Es el reverso del odio,
Y no hay nada que hacer. No hay nada que hacer.
HENRI MICHAUX
martes, 25 de agosto de 2009
SOY LAILA, UNA CANCIÓN, VENGO DE PALESTINA
Me despido, vuelvo en un mes,
me voy a Palestina
Quería que me amaras de una manera noble
A veces me gustaba no estar
para que me supongas e imagines mis pasos
Resonando en ciudades
Calles por las que me perdía hasta dar con un parque
Portales invernales donde
Las catedrales comenzaban a alzarse,
Piedras de siglo angosto metiéndome en un bar
Con olor a frituras, a paté y vino tinto
Yo quería volver parecida a una estrella
para que vos me amaras
que estuviese conmigo cubriéndome los hombros
ahuecando tu mano para apretarme el cuerpo
metiéndome en tu historia,
la vida de tus días esperando las noches.
Pensaba que la ausencia era una tierra firme
Pero no fue posible
Espesó la negrura
No pude ver tus manos
tensándome las fibras
y saltaron las cuerdas por el aire
quedando rota en un final quebrado
Yo volvía contenta
traía la nostalgia
Había ido tan lejos
volvía tan extraña
que pensaba inventarte el amor nuevamente.
Soy Laila, una canción
vengo de Palestina…
Pero esta vez no te pude entender
tuve que fusilarte.
Norma Menassa
domingo, 23 de agosto de 2009
EL DISCURSO EN PRIMERA PERSONA
Ya no necesito simulacro del otro sus llantos sus harapos
El fuego soy yo soy el heno soy el viento soy mi propio otoño
Tengo tantas manos para decir adiós que ponerme una mordaza
sería perder el tiempo
Tengo tantas hojas en mi bosque para decir adiós En mi navío
Tantas velas y mástiles para decir adiós Tantas llamas en mi
hoguera
Para decir adiós mundo adiós vida adiós sol del porvenir
Toda palabra que muere sobre mi labio es siempre mi
corazón arrancado
Ya es la estación en la que toda palabra sea para mí la última
Y no habré dicho otra eso ha terminado
Bastaba sin embargo con tan poca agua para ver todo el cielo
en un bache
No habré encontrado más que esas palabras mortales como
un trozo de metal empañado.
He aquí pues tras una pausa del canto que elijo el octodecasílabo para ser el portador grave y pesado de la conclusión desproporcionada al poema esta parte del poema donde estoy presente y solo así como en mi sueño o mi muerte y yo mismo me interrumpo de una prosa una peonza sobre sí misma que gira es acaso deseo de un poco de luz o retomar aliento no sé pero como el jinete que sin razón para su caballo se inclina para acariciar el cuello reluciente de su montura y ve en el ojo húmedo el placer de la carrera interrumpida suelta las riendas y chasquea con la lengua las rodillas apretadas Anda la mirada hacia delante Anda en sus espuelas un instante de pie como yo mira lo que va a decir y las praderas se extienden como esas líneas de mi labor dieciocho veces martilladas sobre
la tierra.
Que por lo menos sepa tener el gesto ardiente de las manos
abriendo la camisa
A los fusiles apuntados del condenado que ya no tiene la
posibilidad de un grito
Que por lo menos despierte a lo lejos el eco como lo hace un
vaso que se rompe
Que por lo menos me quede en las paredes el tiempo que dura
un corazón escrito con tiza
Me parezco a la Plaza de San Marcos de la que de repente
desertan sus palomas
Y el viajero inútilmente esparce al mármol su pan
Pasáis mi señal en el cruce como un coche la luz verde
Mientras los espejos ya se hicieron ciegos ahí donde está
pintado mi rostro
Será para nada que pensé viví me doblegué señalé dudas y
temores
Gasté mis días roí mis noches a veces caí desde mi altura
sangré a menudo
No era acaso para guardaros del Minotauro al final del laberinto
Que al lenguaje de después aprendí a enlazar el lenguaje de
antes
De pronto entiendo en mis versos esa irrupción de la prosa y qué viento golpea de repente mi paciencia recuerdo que así a veces la Historia tomó mi codo y me forzó a escribir con su idea y las hojas de larga labor volaban las cogía confusas en su orden mezcladas sentía sobre mi nuca una fuerza mayor
vamos dí simplemente las cosas simplemente haz cantar ese dolor en ti para los demás simplemente háblales el lenguaje que corta su pan como el de un umbral interrogado que te dice tu camino ah háblales erguido como aquél que quiere una habitación en la posada y no una mujer desconocida a fuerza de ruiseñores y de torres de naipes ese instante robado del olvido
Soy el que pone orden en la enorme morada de los hombres
El que siega desbroza empiedra y escarda el imperio atravesado
Explico por caminos el dominio y para fijarlos los nombro
Pero implacablemente sobre mis pasos la hierba vuelve a
crecer entre los pensamientos
Por mucho que me arañe los pies y los brazos y me hiera por
todas partes como un higo
Que marque de tanto en tanto con postes por dónde caminó mi
tribu
En vano lucho en velocidad con la lluvia y el sol y el cansancio
El acontecimiento se borra a medida que ha bebido la tierra
El lenguaje pierde su poder más allá del halo de nuestro aliento
Basta con un poco de polvo que descifraría las palabras escritas
Oh palabra oh prostituta fue suficiente para María Magdalena
Una barca de Judea en Provenza y las tinieblas han vuelto
Lo que fue para tantos hombres estremecimiento esta
cabellera de escándalo
Esta carne de heliotropo, su olor en mi nariz al caer el vestido
La provocación de los perfumes derramados de un golpe sobre
mi sandalia
Y nadie de hoy en adelante que sepa cuán hermosa fuiste oh
belleza
Pecadora adorable adorada oh suelta por fin tus largas trenzas
Magdalena Magdalena en el fondo de la Baume embalsamadora
embalsamada
Como un agua que se bebe en la mano sal y sé de nuevo mi
amante
Escandalosa en pleno día de aquellos que están desnudos
pobres y mal amados
Fuera la tierra es pelirroja como tú es el tiempo que arde
Los macizos llevan en el puño halcones dispuestos a caer en
picado sobre las presas
Oh palabra hoy es al hombre a quien habría que arrancar de su
cruz
Pero el tiempo arde por todas partes De nada sirve ir a todo correr
Esta vez el remordimiento en mí que acaba de quebrar el verso dejó doble espacio a ese amartelamiento medido de mi
pensamiento
parecería que es como una cortesía para con esa mujer sobre su barca llegando a Provenza o no sé qué asombro qué temor a apartarme de una imagen el deseo quizás de saber hasta dónde
quiero llegar como si fuese yo que llevase el baile y de repente monto en cólera piso mi sombra incomprensiblemente agrandada la pateo devuelto a su medida a esa Pecadora que se instalaba en mi poema invadiendo los desvanes alargando con kohl sus ojos orientales y por otra parte hela aquí de nuevo incordiándome A la perrera a la perrera y levanté mi látigo no eres más que una metáfora y no un ser de carne A la perrera con todas las marionetas del espíritu No quería decir nada de ti no eras primero sino una sirvienta una figurante un poco menos una manera de hablar de la Palabra ah para echarte que prenda fuego a los Moros que sólo se quede el fuego en tu perfume sembrado como un lenguaje devastador que quema de igual manera a los hombres y las paredes el fuego claro para la hierba y el niño el fuego que sólo dice una vez lo que quiere decir
Me sentaré en la montaña a las doce cuando las piedras
descansan
Y el mundo es un sueño de insectos y de fuentes en torno mío
Miraré de dónde vengo en la novedad de la gente y de las cosas
Como una lavanda en el hueco de una pared que se embriaga con
lo que ve
Y hay tantos cambios a cada vuelta del paisaje
Lo que se descubre es incompresible para quien no posee la llave
Es un poco como esos versos cuando se llega donde la rima
se suele usar
Hago entonces el gesto del conductor de autobús cuando avisa
con el timbre que está completo
Que eso rime o no el eco no vuelve sino con un enorme retraso
Y pensar que ayer uno practicaba para traspasar el muro de la
canción
De quién preferir los sollozos Del serrucho o de la guitarra
Ah medir la velocidad del dolor con la lentitud del sonido
La eternidad del dolor cuando pasa descabellada la llama
El tiempo arde efectivamente No es una manera de hablar
Un atajo metafórico en relación con un estado del alma
El tiempo arde como una forma de casa no derrumbada aún
Como el rincón de una carta que habla impalpablemente del amor
Todo el trigo de la recolección bajo la paja de un techo almacenado imprudentemente
El tiempo arde y para brazos naturales los cubos para llevar
son demasiado pesados
El tiempo arde Es un animal errante para quien todo se hace
alimento
El tiempo arde y las palabras como pinos se ennegrecen con
sus quemaduras
Ah moriré pero las palabras de que me servía las palabras
humanas
Que den testimonio al menos de lo que fueron las cosas
Que de nosotros quede para otros mañana este inmenso
epitafio
El tiempo arde Sudorosos corriendo casi desnudos cerca de la
carretera
De antorcha en antorcha siguiendo el azar del viento pegamos
con ramas el incendio
El tiempo arde Encima de mí en el entrelazado de ojivas y de
bóvedas
Cuando más devora el fuego al bosque más crece su ferocidad.
LOUIS ARAGON
Traducido por Claire Deloupy
domingo, 2 de agosto de 2009
¿SERÁS AMOR, UN LARGO ADIÓS QUE NO SE ACABA?
un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separarse.
En el primer encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y sólo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo:
es prolongar el hecho mágico,
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primera condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan,
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el llegar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se siente,
desnudo, altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales.
Es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara.
Y que lo más seguro es el adiós.
PEDRO SALINAS
lunes, 27 de julio de 2009
TÚ VIVES SIEMPRE EN TUS ACTOS
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.
De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.
Y si una duda te hace
señas a diez mil kilómetros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con los besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudas.
Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la marcha de tu reló
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descifrados ya.
Y nunca te equivocaste,
más que una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.
PEDRO SALINAS
jueves, 16 de julio de 2009
INVITACIÓN AL RECITAL DE POESÍA DE NORMA MENASSA EN MADRID
Domingo, 19 de julio de 2009, a las 19 h
Colegio Mayor Argentino "Nuestra Señora de Luján"
c/Martín Fierro, 3 (28040 Madrid)
- ENTRADA LIBRE -
Organiza: Asociación Juventud Grupo Cero
LOS QUE SE QUEDARON
Tiempos extraños, lejanos de perfumes y cabellos al viento.
La edad pasó en horas congeladas y tardes de tedio,
corriendo por las avenidas al ulular de las sirenas
que enfriaban las hojas de los árboles,
antaño reverdecidas de sol y sacrilegios
cometidos en crueldades sin nombres,
sólo lápidas de mármol convertidas
en blancas banderas de rendición.
¿Qué demonios arrojaban azufre sobre los adoquines,
apisonados rectángulos prisión de hierro y piedra
que partía los solitarios cuerpos de los jóvenes,
enrojecidos, tristes de sangre de crepúsculos y muerte
anticipada,
que congelaba el alma?
En los exilios pienso… y quedo detenida en el espacio,
y desciendo en silencio los escalones del despojo,
y mi carne no responde ya al estremecimiento
y abandonada yerra por laberintos ciegos
lejos de cualquier sueño.
Cómplices del silencio, del crimen, de la hoguera,
nos quedamos mirando los frentes de las casas
sin ángeles pintados, sin olor a glicinas,
con gorriones de luto y un otoño empalideciendo
la vida de los que no partimos, sin saber por qué causa
la escarcha y el glaciar mantienen la distancia.
Después la noria continuó girando,
pero no pudo con los lechos urgentes robados a la luna
que sabes a agonías,
con las sonrisas detenidas en bordes de locura,
y pieles desmayadas en frentes apretadas por latidos
estériles
con vapores de espanto.
No pudo con lo inútil de un llanto,
un llanto de fantasmas que atravesaba sombras
en regiones de mausoleos de ónix,
donde esta vez el ave se quedó de tutela durmiendo de
costado.
NORMA MENASSA
Buenos Aires, 1938
HE SOÑADO TANTO CONTIGO
¿Aún es tiempo de alcanzar ese cuerpo vivo y de besar en esa boca el nacimiento de la voz amada?
He soñado tanto contigo que mis brazos acostumbrados, de tanto estrechar tu sombra, a cruzarse sobre mi pecho, no se adaptarían al contorno de tu cuerpo, quizás.
Y ante la apariencia real de lo que me obsesiona y me gobierna desde hacia días y años, me convertiría sin duda en una sombra.
Oh balanzas sentimentales
he soñado tanto contigo que ya no es tiempo sin duda de despertar. Duermo de pie, el cuerpo expuesto a todas las apariencias de la vida y del amor y tú, la única que hoy cuenta para mí, has de saber que me sería más difícil tocar tu frente y tus labios que los primeros labios y la primera frente que llegaran.
He soñado tanto contigo, caminando tanto, hablando tanto, me he acostado tantas veces con tu fantasma que ya no me queda más quizá, y sin embargo, que ser fantasma entre los fantasmas, y cien veces más sombra que la sombra que se pasea y se paseará alegremente por el reloj de sol de tu vida.
ROBERT DESNOS
sábado, 11 de julio de 2009
DE RODILLAS TAMBIEN SE LLEGA
un grupo de alienados viviendo un transitorio escepticismo,
un desamor a aquel viajero que nos dejó cuidando sus negocios,
esa usina de estrellas apagadas de las que renaceríamos bebiéndonos su brillo.
Lo cierto es que nadie dio la orden,
solo ese hombre plantado en su lugar y que otra vez pensó por todos.
Sus palabras se repitieron hasta el mar y volvieron a señalar nuestro nacimiento equivocado.]
Todo fue prematuro,
no quisimos leernos en los libros que ninguno de nosotros había escrito todavía,
vivíamos en la raíz del árbol,
no habíamos fundado aún la tierra en donde nos proponíamos nacer.
Teníamos cuadernos llenos de caligrafías peligrosas,
había que llenarla de vientos, de hojas, de pies desnudos, de pan, de hormigas,
de árbol, de diamante, de corazón enamorado.
Estábamos tan mal conformados que no pudimos aprender que las letras vienen sueltas,
como la vida de los hombres,
que había que esperar el sobresalto,
el sacudón que nos separe de la tierra.
Una soberbia me invadía,
a ras del piso, casi sin existencia, yo quería dar un espectáculo sublime,
escribir para millones de analfabetos arruinados y mudos,
ellos se excitarían con mis labios moviéndose y será memorable,
solo me queda a mi la poca cosa,
el caer de rodillas frente al orden astral
y mostrar mi orgullo herido por la noble razón:
el poeta habla, el poeta sueña,
pero hundiendo sus manos en la tierra amasa tanto el pan como el poema.
de NORMA MENASSA
miércoles, 8 de julio de 2009
LA DE SIEMPRE TODA
es porque ya no es ella de mi cuerpo,
nunca de eso me jacté,
no es verdad
y la bruma de fondo donde voy
no sabe nunca si he pasado.
Sólo yo puedo hablar
del abanico de su boca y del destello de sus ojos
sólo yo estoy rodeado
por ese espejo nulo donde el aire me cruza
y el aire tiene un rostro, un rostro enamorado,
un rostro amado, el tuyo,
ya ti sin nombre e ignorada por los otros,
el mar te dice: sobre mí,
y el cielo; sobre mí,
los astros te adivinan, las nubes te imaginan
y la sangre esparcida en los mejores tiempos,
la sangre de la generosidad
te lleva con delicia.
Yo canto la alegría de cantarte,
y la alegría de tenerte o no tenerte,
el candor de esperarte, la ingenuidad de conocerte,
tú que suprimes el olvido, la espera y la ignorancia,
que suprimes la ausencia y que me das al mundo,
canto para cantar, te amo para cantar
ese misterio donde
tu amor me crea y se libera.
Eres pura, más pura todavía que yo.
PAUL ÉLUARD
jueves, 2 de julio de 2009
CANTO A MI MISMO
-44-
Ha llegado la hora de que me explique; pongámonos en pie.
Me despojo de lo conocido,
Y me lanzo con todos los hombres y mujeres hacia lo Desconocido.
El reloj indica los instantes –pero, ¿qué indica la eternidad?
Hemos agotado ya trillones de inviernos y de estíos,
Pero nos quedan aún otros trillones de trillones.
Los nacimientos nos han traído riqueza y variedad,
Y otros nacimientos nos traerán más riqueza y variedad.
No llamo a ninguno grande ni pequeño,
Quien ha llenado su tiempo y su lugar es igual a otro cualquiera.
¿Ha sido la humanidad cruel o celosa para con vosotros, hermanas
y hermanos míos?
Lo siento, no ha sido cruel ni celosa para conmigo:
Ha sido buena, no tengo motivos de queja
(¿Qué utilidad habría en quejarme?)
Soy el apogeo de las cosas logradas y contengo las cosas que serán.
Mis pies se asientan sobre el peldaño más alto de la escalera,
En cada peldaño hay racimos de épocas, y racimos mayores entre un
peldaño y otro,
Todos los inferiores han sido ya recorridos y, no obstante, asciendo y asciendo.
Asciendo, y detrás de mí se inclinan los fantasmas,
Veo, allá lejos, la primigenia Nada enorme, sé que estuve en ella,
Esperé siempre, invisible, y me dormí en la niebla letárgica,
Y no tuve prisa, y no recibí daño del fétido carbono.
Mucho tiempo estuve en brazos de las tinieblas -mucho tiempo.
Inmensa fue la gestación de mi ser,
Fieles y cariñosos los brazos que me ayudaron.
Los cielos transportaron mi cuna, remando sin cesar como alegres
barqueros;
Para darme paso, las estrellas se apartaron de sus órbitas,
Y enviaron su influencia para que cuidase de lo que había de recibirme.
Antes de que yo naciera de mi madre, generaciones enteras me guiaron,
Mi embrión nunca estuvo adormecido, nada pudo oprimirlo.
Por él la nebulosa se condensó en un astro,
Los lentos estratos se amontonaron para que en ellos descansara,
Una gigantesca vegetación le dio alimento,
Saurios monstruosos le transportaron en sus fauces y lo depositaron
dulcemente.
Todas las fuerzas elementales trabajaron sin cesar para completarme
y deleitarme.
Y ahora estoy aquí en pie con mi alma robusta.
WALT WHITMAN
sábado, 27 de junio de 2009
GRITO HACIA ROMA (Desde la torre del Chrysler Building)
por finos espadines de plata,
nubes rasgadas por una mano de corral
que lleva en el dorso una almendra de fuego,
peces de arsénico como tiburones,
tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,
rosas que hieren
y agujas instaladas en los caños de la sangre,
mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos,
caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula
que unta de aceite las lenguas militares,
donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma
y escupe carbón machacado
rodeado de miles de campanilas.
Porque ya no hay quien reparta el pan y el vino,
ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,
ni quien abrá los linos del reposo,
ni quien llore por las heridas de los elefantes.
No hay más que un millón de herreros
forjando cadenas para los niños que han de venir.
No hay más que un millón de carpinteros
que hacen ataúdes sin cruz.
No hay más que un gentío de lamentos
que se abren las ropas en espera de la bala.
El hombre que desprecia la paloma debía hablar,
debía gritar desnudo entre las columnas
y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible
que deisolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.
Pero el hombre vestido de blanco
ignora el misterio de la espiga,
ignora el gemido de la parturienta,
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.
Los maestros enseñan a los niños
una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas,
pero debajo de las estatuas no hay amor,
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,
en la choza diminuta que lucha con la inundación.
El amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hemabre,
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.
Pero el viejo de las manos traslúcicas
dirá: Amor, amor, amor,
aclamado por millones de moribundos.
Dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura,
dirá: paz, paz, paz,
entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita.
Dirá: amor, amor, amor,
hasta que se le ponga de plata los labios.
Mientras tanto, mientras tanto ¡ay! mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llebna de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música.
Porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y prennen ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da frutos para todos.
FEDERICO GARCÍA LORCA
jueves, 18 de junio de 2009
lunes, 15 de junio de 2009
AGONÍA
sabré vivir sola y retener en mis ojos
cualquier rostro que pase y seguir siendo la misma.
Este frescor que asciende a buscarme las venas
en un despertar que jamás había sentido tan verdadero
por la mañana: sólo que hoy me noto más fuerte
que mi cuerpo y que un temblor más frío acompaña la
mañana.
Lejos están las mañanas de mis viente años.
Y mañana, vientiuno: mañana saldré a la calle,
me acuerdo de todas sus piedras y de las franjas de cielo.
Desde mañana la gente me verá nuevamente
caminando erguida y podré irme parando
y verme reflejada en los escaparates. En las mañanas de
antaño,
yo era joven y no lo sabía, ni tan sólo sabía
que era yo quien pasaba -una mujer dueña
de sí misma. La delgada chquilla que fui
ha despertado de un llanto perdurado por años:
ahora es como si aquel llanto nunca hubiese existido.
Y tan sólo deseo colores. Los colores no lloran,
son como un despertar: mañana volverán
los colores. Las mujeres saldrán a la calle,
cada cuerpo, un color -e incluso, los niños.
Este cuerpo vestido de color rojo claro,
tras tanta palidez, recobrará la vida.
Sentiré en torno a mí deslizarse miradas
y sabré ser yo misma: con una simple ojeada,
me veré entre la gente. Cada nueva mañana
saldré a la calle en busca de colores.
CESARE PAVESE
viernes, 12 de junio de 2009
Televisión Grupo Cero.
Para poder verlo hay que acceder a la siguiente dirección:
www.helloworld.com/grupocero. Una vez en la página hay que pinchar donde pone Live! (situado arriba, a la derecha de la página)
Una vez que se abre pulsar Play
jueves, 11 de junio de 2009
LA VOZ
se cierra de nuevo sobre el leve chapoteo de cada gesto,
se abre inmóvil al aire que calla. La voz
ronca y dulce no retorna en el fresco silencio.
Se abre, como la respiración de quien está a punto de hablar
el aire inmóvil y calla. Cada día es el mismo.
Y la voz es la misma, que no quiebra el silencio,
por siempre idéntica y ronca en la inmovilidad
del recuerdo. La clara ventana acompaña
con su breve latido la calma de entonces.
Cada gesto golpea la calma de entonces.
Si sonase la voz, tornaría el dolor.
Tornarían los gestos en el aire asombrado
y palabras, palabras a la voz queda.
Si sonase la voz, hasta el breve latido
del silencio que dura se haría dolor.
Tornarían los gestos del inútil dolor,
golpeando las cosas en el curso del tiempo.
Mas no torna la voz y el remoto susurro
no crispa el recuerdo. La inmóvil luz
otorga su fresco latido. Para siempre, el silencio
calla, ronco y quedo, en el recuerdo de entonces.
CESARE PAVESE
domingo, 7 de junio de 2009
A UN POETA FUTURO
De buscarles y huirles sin remedio.
¿No les comprendo? ¿O acaso les comprendo Demasiado?
Antes que en estas formas
Evidentes, de brusca carne y hueso,
Súbitamente rotas por un resorte débil
Si alguien apasionado les allega,
Muertos en la leyenda les comprendo
Mejor. Y regreso de ellos a los vivos,
Fortalecido amigo solitario,
Como quien va del manantial latente
Al río que sin pulso desemboca.
No comprendo a los ríos.
Con prisa errante pasan
Desde la fuente al mar, en ocio atareado.
Llenos de su importancia, bien fabril o agrícola;
La fuente, que es promesa, el mar sólo la cumple,
El multiforme mar, incierto y sempiterno.
Como en fuente lejana, en el futuro
Duermen las formas posibles de la vida
En un sueño sin sueños, nulas e inconscientes,
Prontas a reflejar la idea de los dioses.
Y entre los seres que serán un día
Sueñas tu sueño, mi imposible amigo.
No comprendo a los hombres.
Mas algo en mí responde
Que te comprendería, lo mismo que comprendo
Los animales, las hojas y las piedras,
Compañeros de siempre silenciosos y fieles.
Todo es cuestión de tiempo en esta vida,
Un tiempo cuyo ritmo no se acuerda,
Por largo y vasto, al otro pobre ritmo
De nuestro tiempo humano corto y débil.
Si el tiempo de los hombres y el tiempo de los dioses
Fuera uno, esta nota que en mí inaugura el ritmo,
Unida con la tuya se acordaría en cadencia,
No callando sin eco entre el mudo auditorio.
Mas no me cuido de ser desconocido
En medio de estos cuerpos casi contemporáneos,
Vivos de modo diferente al de mi cuerpo
De tierra loca que pugna por ser ala
Y alcanzar aquel muro del espacio
Separando mis años de los tuyos futuros.
Sólo quiero mi brazo sobre otro brazo amigo,
Que otros ojos compartan lo que miran los míos.
Aunque tú no sabrás con cuánto amor hoy busco
Por ese abismo blanco del tiempo venidero
La sombra de tu alma, para aprender de ella
A ordenar mi pasión según nueva medida.
Ahora, cuando me catalogan ya los hombres
Bajo sus clasificaciones y sus fechas,
Disgusto a unos por frío y a los otros por raro,
Y en mi temblor humano hallan reminiscencias
Muertas. Nunca han de comprender que si mi lengua
El mundo cantó un día, fue amor quien la inspiraba.
Yo no podré decirte cuánto llevo luchando
Para que mi palabra no se muera
Silenciosa conmigo, y vaya como un eco
A ti, como tormenta que ha pasado
Y un son vago recuerda por el aire tranquilo.
Tú no conocerás cómo domo mi miedo
Para hacer de mi voz mi valentía,
Dando al olvido inútiles desastres
Que pululan en torno y pisotean
Nuestra vida con estúpido gozo,
La vida que serás y que yo casi he sido.
Porque presiento en este alejamiento humano
Cuan míos habrán de ser los hombres venideros,
Cómo esta soledad será poblada un día.
Aunque sin mí, de camaradas puros a tu imagen.
Si renuncio a la vida es para hallarla luego
Conforme a mi deseo, en tu memoria.
Cuando en hora tardía, aún leyendo
Bajo la lámpara luego me interrumpo
Para escuchar la lluvia, pesada tal borracho
Que orina en la tiniebla helada de la calle,
Algo débil en mí susurra entonces:
Los elementos libres que aprisiona mi cuerpo
¿Fueron sobre la tierra convocados Por esto sólo?
¿Hay más?
Y si lo hay ¿adonde Hallarlo?
No conozco otro mundo si no es éste,
Y sin ti es triste a veces.
Ámame con nostalgia,
Como a una sombra, como yo he amado
La verdad del poeta bajo nombres ya idos.
Cuando en días venideros, libre el hombre
Del mundo primitivo a que hemos vuelto
De tiniebla y de horror, lleve el destino
Tu mano hacia el volumen donde yazcan
Olvidados mis versos, y lo abras,
Yo sé que sentirás mi voz llegarte,
No de la letra vieja, mas del fondo
Vivo en tu entraña, con un afán sin nombre
Que tú dominarás.
Escúchame y comprende.
En sus limbos mi alma quizá recuerde algo,
Y entonces en ti mismo mis sueños y deseos
Tendrán razón al fin, y habré vivido.
LUIS CERNUDA
viernes, 5 de junio de 2009
TENGO UNA CORAZONADA
dando los últimos pasos hacia la salida,
vaga noción sin estatuto
que podría aludir a la salida de la vida,
o a la salida de la saladonde
el azar imprime su relámpago inaudito
sobre la mano del que juega,
llevado en aras de una profética aventura.
Ayudadme,
vengo cruzando las ásperas planicies
con hidalguía sostenidadejando de lado los inviernos del sur,
y los incontables abandonos que doblegaron un destino de corona
e hicieron de mí un labriego nocturno rodeado de una ciudad sin premios.
Entre noche y espacio veo desfilar sonidos
que me hablan desde la capital del sueño,
con una voz un poco ronca anunciando
el desafío de ser esta vezuna angustia indirecta
que atrapa el corazón en un latido espeso.
Hay algo de enemigo en mi certeza,
pero encadeno lo amargo
y juego en el temblor el salto que nunca se equivoca,
que nunca se repite,
una estructura de alas que viene de mi alma a proponerse
como la alegoría del lingote de oro,
como un ejército de copas y medallas galopando en mi respiración
buscando derribar al personaje trágico que escapa por mi piel
convertida en alfombra hasta llegar al podio.
Miradme una vez más,
el ángel me toma entre sus brazos y algo del criminal me nutre
y en el vértigo que aleja los quebrantos,
hago rodar como barriles por el suelo,
a los fatigados boxeadores de la vida
mientras mi rostro es cruel y algo solemne.
NORMA MENASSA
miércoles, 3 de junio de 2009
GOTÁN
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.
JUAN GELMAN
¿DÓNDE ESTARÁ EL AMOR?
¿Dónde estará el amor?
Cuántas veces dibujé
la esquina
donde nunca llegaste
y te busqué
por los salones
y fui ladrón
para buscarte entre las sombras
y hubiera sido capaz de matar
si alguien me hubiese dicho
que en ese gesto te encontraba.
Fui solo y fui muchos.
Todos los cuerpos
fueron investigados
palmo a palmo.
Todas las máscaras
fueron arrasadas
para buscarte
en el centro de la verdad
y tampoco estabas.
Te busqué entre los pobres
entre las espesas capas del dolor
entre entrañas y sucios alcoholes
en el propio asco de la vida.
Después no te busqué más
encontré otras palabras.
de MIGUEL OSCAR MENASSA
domingo, 31 de mayo de 2009
ETERNIDAD
me preguntas: ¿cómo es la Eternidad?
¿Palpita cual las venas misteriosas
o el fuego en su divina intensidad?
¡No lo sé! te responden temerosas
mis palabras de interna oscuridad.
¡Puede ser materia de las cosas!
¡Tal vez el Mundo, acaso la Verad!
¡Espera! -¿Y a qué aguardo?- Tus preguntas
me hieren el espíritu cual puntas
de una lanza. Y en mi perplejidad,
¡no lo sé! te respondo. ¡Mas si esperas,
ese instante en que viva te incineras
sin morir, puede ser la Eternidad!
GERMAN PARDO GARCÍA
domingo, 24 de mayo de 2009
viernes, 15 de mayo de 2009
domingo, 10 de mayo de 2009
sábado, 9 de mayo de 2009
viernes, 1 de mayo de 2009
EN LA FLORISTERÍA
y escoge unas flores
la florista las envuelve
el hombre se lleva la mano al bolsillo
para buscar dinero
dinero para pagar las flores
pero al mismo tiempo se lleva
repentinamente
la mano al corazón
y cae.
Al mismo tiempo que cae
el dinero cae al suelo
y también las flores caen
al mismo tiempo que el hombre
al mismo tiempo que el dinero
y la florista queda allí
ante el dinero que rueda
ante las flores que se estropean
ante el hombre que se muere
evidentemente todo esto es muy triste
y es necesario que la florista
haga algo
pero no sabe qué hacer
no sabe
por dónde comenzar.
Hay tanto por hacer
con ese hombre que muere
esas flores que se marchitan
y ese dinero
ese dinero que rueda
que no deja de rodar.
JACQUES PRÉVERT
viernes, 24 de abril de 2009
LA NUBE EN PATALONES
Con mi corazón sangrante desgarrado en harapos
excitaré
vuestra mente
que sueña en cerebros reblandecidos
cual cebado lacayo en mugriento sofá;
hasta hartarme me burlaré, atrevido y mordaz.
Ni una sola cana mi alma tiene,
ni en mis años hay ternura senil.
La fuerza de mi voz atruena el mundo
y con veintidós años
camino enhiesto, hermoso.
¡Vosotros los delicados!
que sobre tiernos violines recostáis el amor
o, si rudos sois, sobre timbales.
Nunca podréis hacer como yo,
volverse del revés y ser todo labios.
Venid y aprended.
Damas pulidas envueltas en sedas y batistas
que humedeciendo los labios hojean los libros
como cocineras un libro culinario:
¡dejad esa decencia de ligas angelicales!
Si quieren
amaré la carne hasta la locura
y, tornasolado como el cielo,
si quieren
seré intachablemente delicado:
no seré un hombre,
sino una nube en pantalones.
En el mundo no existe una Niza florida.
Hoy glorifico de nuevo
a hombres cansados como un hospital,
y a mujeres sobadas como un refrán.
VLADIMIR MAIAKOVSKI
(Rusia-1893)
jueves, 9 de abril de 2009
PARA HACER UN TALISMAN
hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios.
Un corazón apenas, como un crisol de brasas para la idolatría.
Nada más que un indefenso corazón enamorado.
Déjalo a la intemperie,
donde la hierba aúlle sus endechas de nodriza loca
y no pueda dormir,
donde el viento y la lluvia dejen caer su látigo en un golpe de azul escalofrío
sin convertirlo en mármol y sin partirlo en dos,
donde la oscuridad abra sus madrigueras a todas las jaurías
y no logre olvidar.
Arrójalo después desde lo alto de su amor al hervidero de la bruma.
Ponlo luego a secar en el sordo regazo de la piedra,
y escarba, escarba en él con una aguja fría hasta arrancar el último grano de esperanza.
Deja que lo sofoquen las fiebres y la ortiga,
que lo sacuda el trote ritual de la alimaña,
que lo envuelva la injuria hecha con los jirones de sus antiguas glorias.
Y cuando un día un año lo aprisione con la garra de un siglo,
antes que sea tarde,
antes que se convierta en momia deslumbrante,
abre de par en par y una por una todas sus heridas:
que las exhiba al sol de la piedad, lo mismo que el mendigo,
que plaña su delirio en el desierto,
hasta que sólo el eco de un nombre crezca en él con la furia del hambre:
un incesante golpe de cuchara contra el plato vacío.
Si sobrevive aún,
si ha llegado hasta aquí hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios;
he ahí un talismán más inflexible que la ley,
más fuerte que las armas y el mal del enemigo.
Guárdalo en la vigilia de tu pecho igual que a un centinela.
Pero vela con él.
Puede crecer en ti como la mordedura de la lepra;
puede ser tu verdugo.
¡El inocente monstruo, el insaciable comensal de tu muerte!
OLGA OROZCO
sábado, 4 de abril de 2009
LA POESIA
y despiertas los furores, los goces,
y esta angustia
que enciende lo que toca
y engendra en cada cosa
una avidez sombría.
El mundo cede y se desploma
Como metal al fuego.
Entre mis ruinas me levanto,
Solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente
contra invisibles huestes.
Verdad abrasadora, ¿a qué me empujas?
No quiero tu verdad, tu insensata pregunta.
¿A qué esta lucha estéril?
No es el hombre criatura capaz de contenerte,
avidez que sólo en la sed se sacia,
llama que todos los labios consume,
espíritu que no vive en ninguna forma
mas hace arder todas las formas.
Subes desde lo más hondo de mí,
desde el centro innombrable de mi ser,
ejército, marea.
Creces, tu sed me ahoga,
expulsando, tiránica,
aquello que no cede
a tu espada frenética.
Ya sólo tú me habitas,
tú, sin nombre, furiosa substancia,
avidez subterránea, delirante.
Golpean mi pecho tus fantasmas,
despiertas a mi tacto,
hielas mi frente,
abres mis ojos.
Percibo el mundo y te toco,
substancia intocable,
unidad de mi alma y de mi cuerpo,
y contemplo el combate que combato
y mis bodas de tierra.
Nublan mis ojos imágenes opuestas,
y a las mismas imágenes
otras, más profundas, las niegan,
ardiente balbuceo,
aguas que anega un agua más oculta y densa.
En húmeda tiniebla vida y muerte
quietud y movimiento, son lo mismo.
Insiste, vencedora,
porque tan sólo existo porque existes,
y mi boca y mi lengua se formaron
para decir tan sólo tu existencia
y tus secretas sílabas, palabra
impalpable y despótica,
substancia de mi alma.
Eres tan sólo un sueño,
pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.
Rozo al tocar tu pecho
la eléctrica frontera de la vida,
la tiniebla de sangre
donde pacta la boca cruel y enamorada,
ávida aún de destruir lo que ama,
y revivir lo que destruye,
con el mundo, impasible
y siempre idéntico a sí mismo,
porque no se detiene en ninguna forma
ni se demora sobre lo que engendra.
Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo,
hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con aceite,
para que al conocerte me conozca.
OCTAVIO PAZ
jueves, 2 de abril de 2009
EL SILENCIO DESPUÉS DE LA PALABRA
para seguir viviendo,
soy la letra diluida en el tintero, que pugna por salir,
soy esa risa fresca con que saludas la hoja nívea,
Soy tu tirana, tu apóstol, tu miseria y tu riqueza,
soy la mujer que le sobra a la poesía,
el último resto de la masacre,
la respiración entrecortada por el cuchillo.
Soy tu poeta y poeta es un ser que se transforma en cada verso,
soy la mirada, la voz, la última esclava de occidente,
esa repetición inmensurable, tinta en mis venas, tinta en los ojos,
tinta en la lengua.
Dame tu semen, poesía, dame tu soledad para extinguirla,
hazme nacer al poema desnuda, con mi equipaje de estremecimientos
hazme hijos: palabras como huecos, palabras que inauguran el silencio.
Te amo, poesía, y no hay remedio,
ni pócima, ni ungüento para sacarme de encima el sortilegio,
las horas en tu ausencia no son horas,
porque no estás para nombrarlas.
Soy poeta, si se puede ser eso.
La página desierta estira su mano blanca
y me estrangula los silencios.
ALEJANDRA MENASSA
viernes, 27 de marzo de 2009
ALÉJATE DE MÍ, POESÍA QUIERO VIVIR
Yo al principio, imaginé doliente el camino que me habría de conducir a ti, muchos se habían quitado la vida en tu presencia,
te habían ofrendado su descascarado corazón, habían vertido en tu nombre su sangre,
o se habían hecho matar al amparo de la coche por drogas o mujeres,
habían hecho infiernos de sus vidas, para no darse cuenta que tú eras la maldita,
la dama insomne, la única mujer, la droga última del poeta, su tierra prometida.
Después vinieron otros a decirme: ella exige un amor sin condiciones.
A ella sólo se llega por la felicidad, por el Goce: mi querido Salinas, yo sé que tú gozabas con la poesía
más que con tu amante niña. Con el tiempo me di cuenta de casi todo:
Ella te dará libertad, pero te encadenará para siempre a la letra,
ella combina los verbos sin cesar, sin importarle mucho el resultado;
Ella se crece en los entierros y en los cumpleaños,celebra con la misma intensidad las bienvenidas y las despedidas,
muere de amor y resucita en el mismo verso, No teme a nada, ni a la pereza del hombre que la escribe,cambia de amante como de zapatos,
le gustan todos, es una mujer lúbrica, una contorsionista de la palabra.
ALEJANDRA MENASSA DE LUCIA
martes, 24 de marzo de 2009
MEMORIA DE LA FIEBRE
y dices mi nombre mientras,
y trituras el arroz entre los dientes
y me besas.
Estará una almohada tras tu nuca,
ya robado el lugar de mi mano.
Te dije la palabra niño
a causa de que no sabías mirarme.
Tú viste una humedad de pie sobre la acera:
creíste que era yo.
Tendías la mano a un vaso:
estaba allí.
Y era tu alrededor,
tu nube
de escucharte llover para formarme.
¡Qué días aquellos tan caídos como para no volver!
¿En qué relojes, en qué casa de agoníalos echamos?
¿Dónde está el espejo donde nos vimosterriblemente?
¿Quién se atreve a vivir en él sin ser nosotros?
¿Qué niña le sonríe con gloria en la mejilla,
contenta de no parecersea la que canta
resurrecta bajo otras
en el fondo callado del espejo,
contenta de no ser yo?
Ah, fugitivo,
siempre humo,
(no estás muerto y eres mi muerto preferido):
en el fondo del espejo
estoy con las tres rosas
como aquel día de serpentinas sucias
y mangos en la mesa.
No vuelvas
de madrugada a conocer mentiras agónicas,
renuentes.
No vuelvas.
El agua es tu aliento que ya he roto,
un árbol se me arroja entre los brazos.
No vuelvas
en la ceniza ni en el óxido:
sin querer me he comido tu fantasma.
CARILDA OLIVER LABRA
CANSANCIO
¿SÍ!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
viente dedos,
no sé cuantas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado,
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¿Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
OLIVIERO GIRONDO
sábado, 14 de marzo de 2009
MUJERES APASIONADAS
cuando el mar retrocede, extendido. En el bosque
se estremecen las hojas, mientras ellas aparecen,
cautelosas,
sobre la arena y se sientan en la orilla. La espuma
efectúa sus turbulentos juegos, a lo largo del agua lejana.
Las muchachas temen a las algas sepultadas
bajo las olas, que se aferran a piernas y hombros:
a cuanto encuentran desnudo. Ganan rápidas la orilla
y se llaman por sus nombres, mirando en torno suyo.
Incluso las sombras, sobre el fondo del mar, en la
oscuridad,
son enormes y las vemos moverse inseguras,
como atraídas por cuerpos que pasan. El bosque
es un refugio tranquilo, bajo el sol poniente,
más que el arenal, pero les place a las mozas morenas
quedarse sentadas al raso, sobre su toalla en desorden.
Están todas acurrucadas, oprimiendo la toalla
contra sus piernas, y contemplan el mar tendido
como un prado al anochecer. ¿Se atrevería alguna
a tenderse ahora desnuda en un prado? Del mar
se abalanzarían las algas, que rozan los pies,
para atrapar y envolver el trémulo cuerpo.
Hay ojos en el mar que, a veces, se llegan a entrever.
Aquella extranjera desconocida, que nadaba de noche,
desnuda y sola, en la oscuridad, cuando cambia la luna,
desapareció una noche y no ha de volver ya.
Era alta y debía tener un blancor deslumbrante
para que los ojos la alcanzasen, desde el fondo del mar.
de CESARE PAVESE
lunes, 9 de marzo de 2009
POEMA LEÍDO EN LA BODA DE ANDRÉ SALMON
Al ver banderas esta mañana no me dije
He aquí la rica indumentaria de los pobres
Ni el pudor democrático quiere ocultarme su dolor
Ni la preciada libertad hace que se imite ahora
A las hojas oh libertad vegetal oh única libertad terrestre
Ni las casas arden porque nos marcharemos para no volver
Ni esas manos agitadas trabajarán mañana para todos nosotros
Ni siquiera se ha colgado a los que no sabían gozar de la vida
Ni siquiera se renueva el mundo retomando la Bastilla
Sé que sólo lo renuevan los que están fundados en la poesía
Se ha engalanado París porque mi amigo André Salmon se casa
Nos conocimos en una bodega maldita
En tiempos de nuestra juventud
Fumando los dos y mal vestidos esperando el alba
Apasionados apasionados los dos por las mismas palabras cuyo sentido habrá que cambiar
Engañados engañados pobrecitos sin saber aún reír
La mesa y los dos vasos se transformaron en un moribundo que nos echó la última mirada de Orfeo
Los vasos cayeron se rompieron
Y aprendimos a reír
Partimos entonces peregrinos de la perdición
Cruzando calles cruzando comarcas cruzando la razón
Lo volví a ver a orillas del río donde flotaba Ofelia
Blanca flota aún entre los nenúfares
Él iba en medio de pálidos Hamlets
Tocando con su flauta los aires de la locura
Lo volví a ver junto a un mujik moribundo contando las bienaventuranzas
Admirando la nieve semejante a las mujeres desnudas
Volví a verle haciendo esto o aquello en honor de las mismas palabras
Que cambian el rostro de los niños y digo todas estas cosas
Recuerdo y Porvenir porque mi amigo André Salmon se casa
Regocijémonos no porque nuestra amistad ha sido el río que nos fertilizó
Terrenos ribereños cuya abundancia es el alimento que todos esperan
Ni porque nuestras copas nos echan una vez más la mirada de Orfeo moribundo
Ni porque tanto hemos crecido que muchos podrían confundir nuestros ojos y las estrellas
Ni porque las banderas ondean en las ventanas de los ciudadanos que están contentos
desde hace cien años de tener la vida y cosas menudas para defender
Ni porque fundados en la poesía tengamos derechos sobre las palabras que forman y deshacen el Universo
Ni porque podemos llorar sin temor al ridículo y sabemos reír
Ni porque fumamos y bebemos como antaño
Regocijémonos porque el director del fuego y de los poetas
El amor que como la luz llena
Todo el espacio sólido entre las estrellas y los planetas
El amor quiere que hoy mi amigo André Salmon se case.
GUILLAUME APOLLINAIRE
martes, 3 de marzo de 2009
COMO UNA MANO
por todas partes tus miradas.
Quizá ya no haya tiempo, ya no haya tiempo para verme,
Pero la hoja que cae y la rueda que gira te dirán que nada perdura en la tierra,
Salvo el amor,
Y de esto quiero convencerme.
Botes de salvamento de colores rojizos,
Tempestades en fuga,
Un vals anticuado que se llevan el tiempo y el viento por los largos caminos del cielo.
Paisajes.
No quiero más abrazos que aquel al que aspiro,
Y muera el canto del gallo.
Como una mano que en el instante de la muerte se crispa,
así se oprime mi corazón.
Nunca he llorado desde que te conocí.
Quiero demasiado a mi amor para llorar.
Tú llorarás sobre mi tumba,
o yo sobre la tuya.
No será demasiado tarde.
Hasta mentiré.
Diré que fuiste mi amante,
Y al final todo es tan absolutamente inútil,
A ti ya mí muy cerca nos espera la muerte.
DE ROBERT DESNOS
A la mystérieuse (Corps et Biens)
Versión de Aldo Pellegrini
LA COSTUMBRE
Todas mis amiguitas son jibosas;
Ellas aman a su madre.
Todos mis animales son obligatorios,
tienen patas de mueble
y manos de ventana.
El viento se deforma,
necesita un traje de medida,
desmesurado.
He aquí por qué
digo la verdad sin decirla.
De Paul Éluard
De "Mourir de ne pas mourir"
Versión de Aldo Pellegrini
sábado, 28 de febrero de 2009
ELLA Y LA CALLE
en sus manos y en sus piernas
que uno la mira
y no puede más que amarla.
Ella perdió un zapato
un día de lluvia
y mis escrúpulos
comenzaron a recordarla.
Pero nosotros,
que caminamos juntos tantos árboles;
sabemos que el amor
no es:
encender velas en casa de los ciegos
ni creer que ella no está
dentro de ninguna rama verde.
Porque sus zapatos
eran las cinco de la tarde
y yo bebo a esa hora
con desesperación
mi primer trago de olvido.
MIGUEL OSCAR MENASSA
miércoles, 25 de febrero de 2009
ESCENA NOCTURNA DEL 22 DE ABRIL DE 1915
Mi pequeña y adorada Lou Quisiera morir en un día que me amases Quisiera ser hermoso para que me amases
Quisiera ser fuerte para que amases
Quisiera ser joven joven para que me amases
Quisiera que la guerra volviese a empezar para que me amases
Quisiera poseerte para que me amases
Quisiera azotarte las nalgas para que amases
Quisiera hacerte daño para que amases
Quisiera que estemos solos en un cuarto de hotel en Grasse para que me amases
Quisiera que estemos solos en mi pequeño despacho cerca de la terraza acostados en la cama de fumar para que me amases
Quisiera que fueses mi hermana para amarte incestuosamente
Quisiera que hubieses sido mi prima para amarnos muy jóvenes
Quisiera que fueses mi caballo para cabalgarte mucho mucho tiempo Quisiera que fueses mi corazón para sentirte siempre en mí
Quisiera que fueses el paraíso o el infierno según el lugar a donde yo vaya Quisiera que fueses un niño para ser tu preceptor
Quisiera que fueses la noche para amarnos en las tinieblas
Quisiera que fueses mi vida para ser sólo para ti
Quisiera que fueses un obús alemán para matarme con un súbito amor.
GUILLAUME APOLLINAIRE
sábado, 21 de febrero de 2009
RETIRADO EN LA PAZ DE ESTOS DESIERTOS
Retirado en la paz de estos desiertos,
Con pocos, pero doctos libros juntos,
Vivo en conversación con los difuntos,
Y escucho con mis ojos a los muertos.
Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
O enmiendan, o fecundan mis asuntos;
Y en músicos callados contrapuntos
Al sueño de la vida hablan despiertos.
Las Grandes Almas que la Muerte ausenta,
De injurias de los años vengadora,
Libra, ¡oh gran Don Josef, docta la Imprenta.
En fuga irrevocable huye la hora;
Pero aquélla el mejor cálculo cuenta,
Que en la lección y estudios nos mejora.
FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS
miércoles, 18 de febrero de 2009
FOLLETIN PASIONAL ENTRE LAS LLUVIAS
¡Despierta, inmensa ciudad!
Las viejas, al atardecer, tejían indefensas lanas,
en sus cubiles ocres, junto al frío,cubiertas de indiferencia y polvorientas arañas.
Las sombras, los parques mutilados,
y las turbias mujeres lívidas paseando perros horribles,
eran ya sólo el paso doloroso de un gran día.
¡Ciudad impura y roída! Con la lluvia sobre las luces,
detiene a esa criatura envuelta en llamas,
con una bala en la boca y los cabellos casi agrios,
atravesando uno a uno tus edificios miserables,
-donde sonríen los durmientes: “Soñamos con bellos muertos...”
-Cruzaba todas tus puertas como el viento ciego en los árboles,
hasta golpear con su cuerpo en el espacio desnudo.
¡Oh, muchacha de sonriente mejilla! ¡De huracán destinado!
Dormías, sin embargo, con la noche ocupando toda tu piel y tu pelo,
y al amanecer, vestida con ligeros linos, tal una vana diosa,
cantabas entre las verduras y la leche sumisa.
O como una sombra brillante, hundiéndote en los espejos,
con anillos dorados, entre puntillas marchitas,
al compás de los perfumes, los besos y las caricias nocturnas.
Vivías sin saber nada hasta caer en tu herida.
Tus ojos, sueltos de pronto, miran con un largo llanto.
Suaves rufianes de meloso cieno y flores nauseabundas.
Esos gestos, como la arena mortecina...
Hombres que el alba envuelve en vagos lienzos salobres,
mientras que el viento que sonríe por las hojas
no ha penetrado nunca bajo sus máscaras azules.
Canallas inocentes, despojos que el demonio enamora.
“¡Qué melodiosa es la hierba húmeda...!” -¡Ah, sólo quien está
muerto
puede dormir en esos lechos...!
Hoteles de luz rota por el vicio,
con sus paredes de mágicos papeles mortales,
como charcas estivales, ligeramente corruptas.
Mujeres en cuyo aliento se duerme funeralmente,
atrayendo hacia sí suaves nieblas con que ocultar su ceniza.
Todos con su angustia inmóvil, graciosamente malditos,
subían desde El Bajo a ver el drama.
Ella descansaba, sin cirios, pero espléndida como una infanta.
Y la sangre de sus mejillas cubríale ya todo el pecho.
¡Oh, insensato! Amaste sus hombros pulidos como piedras
marítimas.
Su cabeza cubierta de esencias perfumadas.
Y su pesado cuerpo macizo que no era el ensueño ni el aire,
sino algo carnal y terrestre, insaciablemente nítido y enigmático,
vibrátil como un bosque cálido, donde la muerte,
bajo la piel voluptuosa, latía con delicadeza.
Y los redondos pechos colmados por un hálito tibio.
¡Oh, tenebroso mártir!
¿Oyes tu alma gemir alrededor de esos miembros
cuya belleza es ahora una llaga ignorante en tu corazón...?
Pobre cuerpo violado por una luz fulmínea:
“el amor no es tan sólo una sonata”.
Víboras con floresconducen de nuevo la lujuria a su indolente ataúd.
Con el hueco rostro vacío, parecido a una llamarada,
corría la amante, alzando la mirada cárdena,
precipitándose a solas bajo las losas oscuras.
Criatura casi divina entre la tierra y el rayo,
como una niña extraviada en el esplendor de su espanto.
“¡Abridme!” dijo, y gemía arañando los muros sórdidos,
el rostro lleno de vidrio y la deshecha garganta.
Y cual la luz en un río, caía envuelta en su estertor,
y ya sin poder salir de él para siempre,
como aprisionada por una vaga espuma rojiza.
La anciana, con sus rugosas manos de corteza,
tanteaba los muebles y el fango de la noche,
ritualmente, buscando el cadáver de su hija.
Pero sólo conseguía derramar los floreros sobre el espacio
indescifrable
entre las grandes burbujas de su corazón.
Ese pavor casi tierno, esa paciencia henchida de eternidad...
Ah, tan sólo el agua helada, rompiendo las ventanas,
como el pájaro atraído por el fruto más puro,
descendía insensible hacia donde la joven yacía
besada en la boca por el fuego.
Extrañamente yacía, pálida y lejana.
Tan próxima al tumulto y al horror, y ya tan ausente y plácida,
huyendo por sus heridas en lerdos arbolillos rojos.
Paso a paso, tal como sube el vaho hacia el crepúsculo invernal,
sus ropas se le transforman en un sudario empapado,
y su rostro de lava gris sonríe con majestad fúnebre.
Sólo sus pequeños zapatos sabían cómo había caído,
y de qué modo su cuerpo llenósele de blandura
para podar hasta el suelo, debajo de sus clavículas.
Coronada con luciérnagas muertas,
y esos perdidos élitros que la luz abandona,
volaba despacio la lluvia, aldededor de los amantes,
fríamente sagrada y distante como un dios
al que apenas conmueve la oración o el alarido.
Goteaba la sangre en los escalones marmóreos,
con pausada opulencia, con sus tallos movidos por una ráfaga
espesa y cruel,
calcinada por un triste soplo.
“¡Qué armazón desolada, un cuerpo hueco!”
Estatua que se vacía hasta llevarla una hormiga,
como un cementerio de pájaros, con pequeños huesos brillando...
¡Oh, qué calma devastadora en esa leve forma que ha servido
a la vida,
colmadamente, como un prado demasiado pródigo...!
La sangre abría las puertas del olvido.
Tristemente crecía en la nocturna espesura,
como un quejido entre cortinas, con un cortejo melancólico.
Su lúgubre árbol se movía entre la brisa.
Cada instante más fúlgido, hasta cegar al desdichado.
La mujer deslizábase al mar por viscosos declives,
ya inviolable y reunida, atrayendo viejas lágrimas,
palabras apasionadas,
sobre la lumbre triste de su carne.
¡Oh, Dios! Cuánto perdón es necesario...
¡Cuánta pasión soporta sobre su haz una pequeña gota roja...!
Las raíces del mundo se nutren de esos frutos.
Ángeles antiguos se erguían con un agujero en los ojos.
La sangre llegaba a ellos con la muerta en los brazos.
El asesino, llorando, le decía dulces memorias,
unidos para siempre por el odio y el amor como por dos
relámpagos,
en el sopor eterno de la tierra, como en el regazo de un sufrienteídolo.
Un silencio bajo, un vasto silencio,
traído por un pobre viento húmedo,
envolvía, como una planta trepadora,
esa muerta de espaldas con los labios destruidos,
que pasaba, ignorante, entre lucientes nubes
como el aliento frío de los campos.
Frescas violetas corren hacia su viso purpúreo.
¡Oh, Dios oscuro! ¡Oh, impasible y dolorida tierra!
Cumplidos están estos destinos, y algo solemne y denso hacia ti
desciende,
como el vuelo de un ángel cuya cosecha fue espléndida.
Algo lleno de sufrimiento y de inocencia,
como una oración repetida desde el infierno,
un sonido de arterias donde el amor ardió de un solo golpe,
de amantes razones desarbolados hasta el musgo.
Son las rotas sonrisas, los miserables sueños por fin innecesarios,
los ropajes cubriéndose de azules y menudas setas,
los cabellos ya desiertos, el rumor de las hojas caídas
en vano los grandes bosques,conduciendo hasta el fondo de la noche
estos pobres cadáveres mojados por la lluvia.
ENRIQUE MOLINA