Sopla un viento tremendo,
No es sino un pequeño agujero en mi pecho,
pero sopla en él un viento tremendo.
Pueblecito de Quito, tú no eres para mí.
Yo necesito odio, y envidia; ésta es mi salud.
Es una gran ciudad la que necesito.
Un gran consumo de envidia.
No es sino un pequeño agujero en mi pecho,
pero sopla en él un viento tremendo,
En el agujero hay odio (siempre), espanto también e impotencia.
Hay impotencia y el viento está cargado de ella;
fuerte como los torbellinos,
rompería una aguja de acero,
y no es más que un viento sin embargo, un vacío.
¡Caiga la maldición sobre toda la tierra, sobre toda la civilización,
sobre todos los seres en la superficie de todos los planetas, a causa de este vacío!
Un señor crítico ha dicho que yo no alimentaba odio.
Este vacío, he ahí mi respuesta.
¡Qué mal se está, ay, en mi pellejo!
Siento la necesidad de llorar sobre el pan de lujo de la dominación y del amor,
sobre el pan de gloria que está afuera.
Siento la necesidad de mirar por el cuadro de la ventana,
que está vacío como yo, que no se alimenta de nada,
Dije llorar; no, es un barreno a frío, que barrena,
barrena incansablemente,
como sobre una viga de haya en la que 200 generaciones de gusanos se hubiesen
legado esta herencia; "barrena, barrena..."
Esto ocurre a la izquierda, no digo que sea el corazón,
Digo agujero, y no digo más, es rabia y contra ella no puedo,
Tengo siete u ocho sentidos. Uno de ellos: el sentido de lo que falta.
Lo toco y lo palpo como se palpa una madera,
una madera que sería más bien una gran selva de esas que ya no se ven en Europa
desde hace mucho.
Y esto es mi vida, mi vida en medio del vacío.
Si este vacío desaparece, yo me busco, enloquezco y eso es todavía peor.
Yo me he construido sobre una columna ausente.
¿Qué habría dicho el Cristo si hubiese estado hecho de este modo?
Hay algunas de estas enfermedades que, si se las cura, no le dejan nada al hombre.
Muere pronto, era demasiado tarde.
¿Puede acaso una mujer contentarse solamente con odio?
Si es así, amadme, amadme mucho y no dejéis de decírmelo,
y que alguna de vosotras me escriba.
¿Pero qué significa este ínfimo ser?
Casi no lo había advertido,
Ni dos nalgas ni un gran corazón pueden llenar mi vacío,
Ni ojos llenos de Inglaterra y de ensueños, como suele decirse.
Ni una voz cantante que dijese completivo y calor.
Los estremecimientos encuentran en mí un frío siempre alerta.
Mi vacío es un gran glotón, gran moledor, gran aniquilador.
Mi vacío es algodón y silencio,
Silencio que todo lo detiene.
Un silencio de estrellas,
Y aunque ese agujero es profundo carece totalmente de forma.
Las palabras no lo encuentran,
chapotean a su alrededor,
Siempre he admirado a esos que por creerse revolucionarios se consideraban hermanos.
Hablaban los unos de los otros con emoción; chorreaban como sopa.
Eso no es odio, amigos míos, eso es gelatina.
El odio es siempre duro,
hiere a los demás,
pero también desgarra al hombre en su interior,
continuamente.
Es el reverso del odio,
Y no hay nada que hacer. No hay nada que hacer.
HENRI MICHAUX
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sábado, 5 de septiembre de 2009
sábado, 31 de enero de 2009
LOS QUE FUÍ
estoy habitado; hablo a los que fuí y los que fuí me hablan. Experimiento a veces la molestia de sentirme extranjero. Los que fuí constituyen ahora toda una sociedad y acaba de occurirme que ya no me entiendo a mí mismo.
- ¡Acabemos! -les digo-. Yo he ordenado mi vida, no puedo ya prestar oídos a vuestros discursos. Que cada cual se tome su trozo de tiempo: vosotros habéis sido, yo soy. Yo trabajo, escribo una novela. Comprendedlo. Y mandaos mudar...
- ¡Publícame, por favor!... - me espeta uno.
- ¡ Vaya!... ¡Hay cada pobre loco en mí!
Vosotros vivisteís un año, dos años a lo sumo, en común en mi pellejo y ahora queréis venir a dominarme, a mí, que soy.
- Yo no quiero morir -dice uno que fuí.
"Yo no quiero morir" y es sin embargo un escéptico.
Es así como uno se deja engañar. y es también así como se pierden tantas oportunidades. Se tiene el deseo de escribir una novela y se escribe sobre filosofía. Nunca se está solo en su pellejo.
HENRI MICHAUX
- ¡Acabemos! -les digo-. Yo he ordenado mi vida, no puedo ya prestar oídos a vuestros discursos. Que cada cual se tome su trozo de tiempo: vosotros habéis sido, yo soy. Yo trabajo, escribo una novela. Comprendedlo. Y mandaos mudar...
- ¡Publícame, por favor!... - me espeta uno.
- ¡ Vaya!... ¡Hay cada pobre loco en mí!
Vosotros vivisteís un año, dos años a lo sumo, en común en mi pellejo y ahora queréis venir a dominarme, a mí, que soy.
- Yo no quiero morir -dice uno que fuí.
"Yo no quiero morir" y es sin embargo un escéptico.
Es así como uno se deja engañar. y es también así como se pierden tantas oportunidades. Se tiene el deseo de escribir una novela y se escribe sobre filosofía. Nunca se está solo en su pellejo.
HENRI MICHAUX
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