Sabed: esta es mi carne.
La de los anchos brazos siempre abiertos.
La de la arteria sin cesar vertida.
La de los goces múltiples y ciertos,
y yo os la doy, cumplida
en su firme dolor, mi voluntad.
Sabed: esta es mi sangre,
capaz de sostener mi soledad,
y yo os la entrego, transformada en vida.
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GERMAN PARDO GARCÍA
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