viernes, 27 de marzo de 2009

ALÉJATE DE MÍ, POESÍA QUIERO VIVIR

Nunca pensé que diría esta frase una tarde en tu regazo, poesía.
Yo al principio, imaginé doliente el camino que me habría de conducir a ti, muchos se habían quitado la vida en tu presencia,
te habían ofrendado su descascarado corazón, habían vertido en tu nombre su sangre,
o se habían hecho matar al amparo de la coche por drogas o mujeres,
habían hecho infiernos de sus vidas, para no darse cuenta que tú eras la maldita,
la dama insomne, la única mujer, la droga última del poeta, su tierra prometida.
Después vinieron otros a decirme: ella exige un amor sin condiciones.
A ella sólo se llega por la felicidad, por el Goce: mi querido Salinas, yo sé que tú gozabas con la poesía
más que con tu amante niña. Con el tiempo me di cuenta de casi todo:
Ella te dará libertad, pero te encadenará para siempre a la letra,
ella combina los verbos sin cesar, sin importarle mucho el resultado;
Ella se crece en los entierros y en los cumpleaños,celebra con la misma intensidad las bienvenidas y las despedidas,
muere de amor y resucita en el mismo verso, No teme a nada, ni a la pereza del hombre que la escribe,cambia de amante como de zapatos,
le gustan todos, es una mujer lúbrica, una contorsionista de la palabra.

ALEJANDRA MENASSA DE LUCIA

martes, 24 de marzo de 2009

MEMORIA DE LA FIEBRE

Si pudiera estar segura de que matas una hormiga
y dices mi nombre mientras,
y trituras el arroz entre los dientes
y me besas.
Estará una almohada tras tu nuca,
ya robado el lugar de mi mano.
Te dije la palabra niño
a causa de que no sabías mirarme.
Tú viste una humedad de pie sobre la acera:
creíste que era yo.
Tendías la mano a un vaso:
estaba allí.
Y era tu alrededor,
tu nube
de escucharte llover para formarme.
¡Qué días aquellos tan caídos como para no volver!
¿En qué relojes, en qué casa de agoníalos echamos?
¿Dónde está el espejo donde nos vimosterriblemente?
¿Quién se atreve a vivir en él sin ser nosotros?
¿Qué niña le sonríe con gloria en la mejilla,
contenta de no parecersea la que canta
resurrecta bajo otras
en el fondo callado del espejo,
contenta de no ser yo?

Ah, fugitivo,
siempre humo,
(no estás muerto y eres mi muerto preferido):
en el fondo del espejo
estoy con las tres rosas
como aquel día de serpentinas sucias
y mangos en la mesa.

No vuelvas
de madrugada a conocer mentiras agónicas,
renuentes.
No vuelvas.
El agua es tu aliento que ya he roto,
un árbol se me arroja entre los brazos.
No vuelvas
en la ceniza ni en el óxido:
sin querer me he comido tu fantasma.

CARILDA OLIVER LABRA

CANSANCIO

CANSADO
¿SÍ!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
viente dedos,
no sé cuantas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.

Cansado,
muy cansado,
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.

Cansado.
¿Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.

Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.

OLIVIERO GIRONDO

sábado, 14 de marzo de 2009

MUJERES APASIONADAS

Al anochecer, las muchachas bajan hasta el agua
cuando el mar retrocede, extendido. En el bosque
se estremecen las hojas, mientras ellas aparecen,
cautelosas,
sobre la arena y se sientan en la orilla. La espuma
efectúa sus turbulentos juegos, a lo largo del agua lejana.

Las muchachas temen a las algas sepultadas
bajo las olas, que se aferran a piernas y hombros:
a cuanto encuentran desnudo. Ganan rápidas la orilla
y se llaman por sus nombres, mirando en torno suyo.
Incluso las sombras, sobre el fondo del mar, en la
oscuridad,
son enormes y las vemos moverse inseguras,
como atraídas por cuerpos que pasan. El bosque
es un refugio tranquilo, bajo el sol poniente,
más que el arenal, pero les place a las mozas morenas
quedarse sentadas al raso, sobre su toalla en desorden.

Están todas acurrucadas, oprimiendo la toalla
contra sus piernas, y contemplan el mar tendido
como un prado al anochecer. ¿Se atrevería alguna
a tenderse ahora desnuda en un prado? Del mar
se abalanzarían las algas, que rozan los pies,
para atrapar y envolver el trémulo cuerpo.
Hay ojos en el mar que, a veces, se llegan a entrever.

Aquella extranjera desconocida, que nadaba de noche,
desnuda y sola, en la oscuridad, cuando cambia la luna,
desapareció una noche y no ha de volver ya.
Era alta y debía tener un blancor deslumbrante
para que los ojos la alcanzasen, desde el fondo del mar.

de CESARE PAVESE

lunes, 9 de marzo de 2009

POEMA LEÍDO EN LA BODA DE ANDRÉ SALMON

El 13 de julio de 1909.
Al ver banderas esta mañana no me dije
He aquí la rica indumentaria de los pobres
Ni el pudor democrático quiere ocultarme su dolor
Ni la preciada libertad hace que se imite ahora
A las hojas oh libertad vegetal oh única libertad terrestre
Ni las casas arden porque nos marcharemos para no volver
Ni esas manos agitadas trabajarán mañana para todos nosotros
Ni siquiera se ha colgado a los que no sabían gozar de la vida
Ni siquiera se renueva el mundo retomando la Bastilla
Sé que sólo lo renuevan los que están fundados en la poesía
Se ha engalanado París porque mi amigo André Salmon se casa

Nos conocimos en una bodega maldita
En tiempos de nuestra juventud
Fumando los dos y mal vestidos esperando el alba
Apasionados apasionados los dos por las mismas palabras cuyo sentido habrá que cambiar
Engañados engañados pobrecitos sin saber aún reír
La mesa y los dos vasos se transformaron en un moribundo que nos echó la última mirada de Orfeo
Los vasos cayeron se rompieron
Y aprendimos a reír
Partimos entonces peregrinos de la perdición
Cruzando calles cruzando comarcas cruzando la razón
Lo volví a ver a orillas del río donde flotaba Ofelia
Blanca flota aún entre los nenúfares
Él iba en medio de pálidos Hamlets
Tocando con su flauta los aires de la locura
Lo volví a ver junto a un mujik moribundo contando las bienaventuranzas
Admirando la nieve semejante a las mujeres desnudas
Volví a verle haciendo esto o aquello en honor de las mismas palabras
Que cambian el rostro de los niños y digo todas estas cosas
Recuerdo y Porvenir porque mi amigo André Salmon se casa

Regocijémonos no porque nuestra amistad ha sido el río que nos fertilizó
Terrenos ribereños cuya abundancia es el alimento que todos esperan
Ni porque nuestras copas nos echan una vez más la mirada de Orfeo moribundo
Ni porque tanto hemos crecido que muchos podrían confundir nuestros ojos y las estrellas
Ni porque las banderas ondean en las ventanas de los ciudadanos que están contentos
desde hace cien años de tener la vida y cosas menudas para defender
Ni porque fundados en la poesía tengamos derechos sobre las palabras que forman y deshacen el Universo
Ni porque podemos llorar sin temor al ridículo y sabemos reír
Ni porque fumamos y bebemos como antaño
Regocijémonos porque el director del fuego y de los poetas
El amor que como la luz llena
Todo el espacio sólido entre las estrellas y los planetas
El amor quiere que hoy mi amigo André Salmon se case.

GUILLAUME APOLLINAIRE

martes, 3 de marzo de 2009

COMO UNA MANO

Como una mano que en el instante de la muerte y del naufragio se levanta al modo de los rayos del sol poniente, así surgen

por todas partes tus miradas.

Quizá ya no haya tiempo, ya no haya tiempo para verme,

Pero la hoja que cae y la rueda que gira te dirán que nada perdura en la tierra,

Salvo el amor,

Y de esto quiero convencerme.

Botes de salvamento de colores rojizos,

Tempestades en fuga,

Un vals anticuado que se llevan el tiempo y el viento por los largos caminos del cielo.

Paisajes.

No quiero más abrazos que aquel al que aspiro,

Y muera el canto del gallo.

Como una mano que en el instante de la muerte se crispa,

así se oprime mi corazón.

Nunca he llorado desde que te conocí.

Quiero demasiado a mi amor para llorar.

Tú llorarás sobre mi tumba,

o yo sobre la tuya.

No será demasiado tarde.

Hasta mentiré.

Diré que fuiste mi amante,

Y al final todo es tan absolutamente inútil,

A ti ya mí muy cerca nos espera la muerte.



DE ROBERT DESNOS
A la mystérieuse (Corps et Biens)

Versión de Aldo Pellegrini

LA COSTUMBRE

Todas mis amiguitas son jibosas;

Ellas aman a su madre.

Todos mis animales son obligatorios,

tienen patas de mueble

y manos de ventana.

El viento se deforma,

necesita un traje de medida,

desmesurado.

He aquí por qué

digo la verdad sin decirla.

De Paul Éluard

De "Mourir de ne pas mourir"
Versión de Aldo Pellegrini