jueves, 6 de enero de 2011

BELLEZA DEL ERROR

Amamos las antiguas catedrales.
¡Cómo no amar el evasivo intento
de la piedra elevándose a las cumbres,
para brillar y convertirse en sueño!

Todo lo que padece aquí en la tierra:
la orfandad de los niños, el silencio
del haraposo en la calleja sucia,
la frustración existencial del perro.

Cuanto sufre en el mundo y logra alzarse,
salir de la amargura y de la podre,
nosotros lo adoramos y sentimos
que hay algo de nosotros, redimiendo
la escondida vergüenza y la derrota
y el aletazo sepulcral del frío.

¡Así os amamos, cátedras celestes,
verticales espadas, torres, templos
donde hay unas imágenes absortas
y un ondular de misterioso incienso.
Si están equivocados vuestros símbolos,
si no hay eternidad en nada vuestro.
Si el halo que os inviste es sólo un cirio
con un intermitente parpadeo,
nosotros lo ignoramos y seguimos
amando vuestro error, porque tenemos
sentidos nada más para los seres
que sufren y de pronto se volvieron
presencias de un error al que adoramos,
porque el error, cuando divino, es bello.


GERMÁN PARDO GARCÍA